miércoles, 9 de abril de 2008

ENTREVISTA



Alicia, participante en la obra greco- latina La Odisea


“He tenido la oportunidad de actuar como alguien que se dedica al teatro”


El “Festival de teatro Greco- Latino” comenzó, el pasado lunes, en el Teatro Principal de Zaragoza con la obra La Odisea. Es el tercer trabajo del proyecto cultural Clásicos Luna que puso en marcha el I.E.S Pedro de Luna en el 2002 con la ayuda de algunos de los miembros del grupo de teatro La Clac de Zaragoza- ex alumnos del centro- y la colaboración de alumnos y profesores.

Se trata de una iniciativa que comenzó con en objetivo de dinamizar las actividades del centro y conseguir que los miembros de éste conocieran el mundo del teatro. El proyecto de innovación educativa cuenta ahora con la colaboración del Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón y se ha convertido en un ejemplo a seguir para otros institutos de Zaragoza. Gracias al trabajo y la entrega de los participantes se ha conseguido estrenar tres obras de teatro durante los seis años que lleva en curso la iniciativa: Pséudolo, El Cascarrabias y, ahora, La Odisea.
La nueva obra narra la historia de Ulises que, tras desafiar a los dioses, se embarca en un viaje repleto de obstáculos. La obra está acompañada de muchos toques de humor, se respetan los elementos de la obra clásica, pero también se introducen matices contemporáneos que dinamizan la composición teatral. Alrededor de 70 actores se subieron al escenario y crearon un auténtico espectáculo mediante la combinación de efectos, luces y música, junto a una escenografía muy elaborada.

La Odisea ha cumplido ampliamente las expectativas, pues ha crecido en espectacularidad y en miembros. Este año han sido, principalmente, los alumnos más pequeños- de 1º y 2º de la ESO- los que han dado vida a esta historia. Alicia, de 13 años, ha sido una de las participantes:

¿Por qué entraste a formar parte de la compañía Clásicos Luna?

Entré porque siempre me ha gustado mucho el teatro. Además, los profesores nos animaron a hacerlo. Sabía que este grupo se movía y actuaba en varios sitios. Pero nunca pensé que llegaría al Teatro Principal (Alicia se ríe).

Sois mucha gente, ¿cómo habéis conseguido coordinaros?

Los profesores de teatro tienen mucha paciencia con nosotros y hemos ensayado las escenas muchas veces. Ha sido un trabajo duro, pero ha merecido la pena.

¿Consideras que Clásicos Luna es un proyecto que promete?

Por su puesto. Clásicos Luna empezó con un proyecto pequeño, Pséudolo, y ahora ha cambiado mucho. Ha ganado en escenografía, efectos. Ahora parece un verdadero espectáculo. Me siento privilegiada cuando salgo al escenario como si fuera una actriz. Sé que este mundo es duro, cuesta mucho dinero sacar adelante una compañía y yo he tenido la oportunidad de actuar como alguien que se dedica al teatro y sin mover un dedo, sólo aprendiendo.

¿Tienes ganas de seguir con el proyecto?

¡Claro! Cuando llevas mucho tiempo ensayando y metiendo horas, a veces, te desanimas un poco. Pero después de ver lo que bien que ha quedado y lo que ha gustado a la gente, te animas y todavía tienes más ganas de seguir. Nunca pensé que me gustaría tanto el teatro.

¿Qué objetivos tenéis en el futuro?

Pues no lo sé. Sólo hemos estrenado la obra, supongo que ahora tenemos que explotarla al máximo. Sé que la representaremos en la CAI, pero sólo para los alumnos del instituto. El problema es que somos tanta gente que no vamos a poder viajar como lo han hecho los participantes de las otras obras. Supongo que la representaremos sólo aquí, en Zaragoza.

martes, 8 de abril de 2008

Paseo por la Antártida


La Lonja de Zaragoza acoge la exposición Atrapados en el Hielo, desde el 13 de marzo hasta el 4 de mayo, que trata de la expedición de Ernest Shackleton y su tripulación, a bordo del Endurance (Resistencia), ni más ni menos que a la Antártida, durante los años 1914 a 1916.
La muestra contiene un extenso material fotográfico y cinematográfico del fotógrafo profesional Frank Hurley, que participó en el viaje y supo captar las maravillas del continente.

Esta iniciativa tiene el respaldo del American Museum of Natural History de Nueva York. Además, cuenta con la colaboración de Jerónimo López, doctor y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, presidente del Comité Español del SCAR y miembro del Join Committe organizador del Año Polar Internacional 2007- 2008.
La exposición se desarrolla en el marco del Año Polar Internacional, programa de investigación, educación y difusión realizado por científicos de más de 60 países, y pretende informar sobre las regiones polares y concienciar de la importancia de su conservación. La Antártida se ha convertido en un símbolo de la protección del medio ambiente ya que allí se han puesto en marcha investigaciones relacionadas con el agujero de ozono y el cambio climático, entre otros problemas.

Entre las actividades paralelas a la exposición destaca la proyección de la película South (1919) en la que Frank Hurley recoge el material cinematográfico filmado durante la expedición del Endurance y en otras visitas a la Antártida. La información complementaria se puede encontrar en: http://www.zaragoza.es/ http://www.fundacióncaixacataluña.org/

“Desde el punto de vista sentimental, es el último gran viaje polar que puede emprenderse”


Ernest Shackleton, de origen irlandés, fue un veterano de las expediciones polares. Durante los años 1908 y 1909, junto a tres compañeros, consiguió llegar a los 88º de latitud sur. El objetivo de Shackleton era llegar al Polo pero se quedó a tan sólo 160 kilómetros ya que los efectos de congelación y la carencia de víveres le obligaron a retroceder.

En el siglo XX, existían otros dos competidores para Shackleton: Robert E. Scott (Gran Bretaña) que consiguió la primera exploración terrestre a gran escala entre los años 1902 y 1904, y Reald Amundsen (Noruega), primer explorador en alcanzar el Polo Sur. Shackleton quería conseguir un viaje exclusivo. Y el aventurero decidió realizar la primera travesía a pie de la Antártida. “Desde el punto de vista sentimental, es el último viaje polar que puede emprenderse. Será un viaje más importante que ir al Polo, y creo que corresponde a la nación británica llevarlo a cabo, pues nos han derrotado en la conquista del Polo Norte y del Polo Sur. Queda el viaje más largo e impresionante de todos: la travesía del continente”, dijo Shackleton antes de partir.

Lo primero que tuvo que hacer consistió en reclutar a la tripulación. Él fue determinante en sus exigencias ya que, como decía el texto del anuncio que publicó en la prensa británica, se buscaban “hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”.

Cierto fue que el viaje resultó tan impresionante como peligroso. Shackleton y su tripulación partieron en agosto de 1914. Entre los integrantes estaba Frank Hurley, fotógrafo australiano conocedor de la Antártida por su expedición realizada por Douglas Mawson. Hurley estaba dotado para las situaciones difíciles y era capaz de ponerse en el peor aprieto para conseguir una imagen. El capitán del Endurance, Frank Worsley, escribió algunas palabras sobre él en su diario: “Hurley es una maravilla. Suelta joviales blasfemias australianas mientras vaga solo por los lugares más peligrosos y resbaladizos que encuentra. Siempre está contento y satisfecho si consigue hacer una foto buena o nueva. Permanece desabrigado y con el cabello suelto al viento mientras los demás llevamos guantes y gorro”.

Hurley tomaba fotografías conmovedoras. Reflejaba el desconocido continente con mucha curiosidad, pero también la vida de la tripulación en sus circunstancias. El blanco y negro de las imágenes intensificaba el dramatismo y las formas oscuras del barco y las personas junto al blanco pulcro de la nieve creaba un contraste muy acusado. Y es que, en la Antártida, el Endurace estaba inmerso en un mar de hielo. “Es imposible concebir, incluso para nosotros, que estamos viviendo en una colosal balsa de hielo y que sólo cinco metros de agua helada nos separan de tres mil metros de océano”, contaba Frank Hurley en su diario, “nos admira nuestro pequeño y persistente cascarón que parece disfrutar combatiendo contra nuestro enemigo común, resquebrajando los témpanos con gran estilo”.


Fotografía: Frank Hurley

Pero la suerte de los navegantes flaqueó el 18 de enero de 1915, en el helado mar de Weddell, porque el Endurance quedó atrapado entre las placas de hielo. Se repetía la maldición, Shackleton veía interrumpida su expedición, otra vez, a 160 km de su objetivo. El jefe y la tripulación aguantaron nueve meses pero después tuvieron que abandonar el barco destrozado por los embates del hielo.


El Endurance queda inmovilizado en el hielo. Frank Hurley

A partir de ese momento, las cosas se complicaron. Alcanzaron tierra firme a 480 km al noroeste y debido a las dificultades tuvieron que establecer el “Campamento Océano”. Reanudaron la marcha pero acamparon de nuevo y llamaron a la base “Campamento Paciencia”. Por fin, el 9 de abril de 1916 partieron en tres botes rumbo a la isla Elefante.

Shackleton sabía que ninguna nave llegaría a la isla por lo que tuvo que partir el 24 de abril con cinco marineros en el bote James Cairo hacia los centros balleneros de South Georgia, dejando a su segundo a cargo de los veintidós expedicionarios.

Tras 17 días de peligro extremo y casi 1.300 km de viaje alcanzaron South Georgia. Shackleton era un hombre que se caracterizaba por la lealtad a sus hombres, de hecho, siempre pensaba en el bienestar de su tripulación. De ningún modo podía olvidarse de ellos, así que, junto a sus marineros, organizó el rescate. Tras cuatro largos meses lo consiguieron. “Están todos vivos”, fue la primera expresión de Shackleton, “no se ha perdido ninguna vida y hemos pasado el infierno”.


Tripulación de Shackleton antes de que llegaran las complicaciones en el barco. Frank Hurley